Cuando empecé este sueño de cantarle a las infancias, no sabía hasta dónde iba a llegar.

Solo sabía que algo dentro mío, una mezcla de maternidad reciente, recuerdos de mi propia niñez y una necesidad profunda de acompañar con amor, me pedía ponerle voz a ese mundo tan sensible.

Así nació este proyecto. Desde la intuición, desde la ternura, desde el deseo de ofrecer algo genuino.

Un espectáculo que no busca entretener por entretener, sino respetar los tiempos, las emociones, los juegos y los silencios de cada niño y cada niña.

Una propuesta con canciones, colores y momentos que nacen de mi historia, de mis juegos de infancia, de mi vida de madre, de todo lo que soy también como hija de mamá docente y papá payaso.

Hoy, después de años de camino recorrido, sigo renovando el show, sumando canciones, juegos, ideas…

Pero la esencia permanece intacta: el cuidado, el respeto, el encuentro real.

Por eso lo vivo con tanta responsabilidad, al pensar, al difundir, al subir al escenario.

Porque cada familia que viene merece eso: algo con alma, con corazón, con verdad.

Gracias a quienes me siguen, me comparten, me cantan.

Gracias a cada niño que me escucha, y a cada adulto que decide sumarse a este viaje con amor.